No sé si les a pasado que de pronto todos tenemos una «rachita» ya sea de suerte o bien de puros inconvenientes. Curiosamente, cuando son cosas buenas, rara vez nos damos cuenta de la famosa rachita, pero cuando nos pasan muchas cosas «malas» no la dejamos de cantar jamás.
Dios sabe lo que hace y lo que no te mata te hace más fuerte, son los gran cliché que siempre nos dicen en situaciones donde hay mala suerte, sin embargo, cuando nos va muy bien, tenemos: Te lo mereces, trabajaste por ello, felicitaciones, ¿Qué diferencia no? Cuando nos va bien somos responsables nosotros, pero si nos va mal, la culpa es de un ser supremo que nos quita la responsabilidad de nuestros actos, suena muy coherente (sarcasmo).
Esto me recuerda a la escuela, cuando de pronto, cuando me iba muy bien en cierta clase, todo el mérito era mio, yo estudie, yo hice, yo deshice, pero reprobaba era la culpa del maestro, solamente de él.
Empezando el año, comencé a cambiar de hábitos, uno de los más importantes y el que más me ha costado es hacer conciencia de mis actos, cuando ya eres consciente no hay de otra, te haces responsable no solo de tus acciones, sino de tus pensamientos y sentimientos. Hasta ahora aún no logro muchos, como el hecho de levantarme temprano o darme tiempo para salir a caminar y hacerme el hábito de correr pero los que hasta ahora tengo me han conmocionado, Houston me han perdido, al momento que yo me he encontrado.
Y eso no nos debería de asustar, hay una frase de Santa Teresa de Ávila dentro de las Moradas primeras capitulo 1 que reza así:
No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos… Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos.
Que en resumidas cuentas, yo lo leo así: «Es una gran bestialidad no conocernos a nosotros mismos» date la oportunidad de conocerte, como se conoce a un amigo, con paciencia, con amor y con mucho respeto.
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